La infertilidad parece aumentar cada día a nivel global debido a múltiples causas de tipo biológico y además de esas, existen suficientes evidencias científicas acerca de la relación de la infertilidad con factores psicológicos, cada miembro de la pareja puede responder a la infertilidad de forma diferente. Estas respuestas individuales dependen de la personalidad de cada uno, de su estructura cognitiva, de la forma como asuma el diagnóstico y de la calidad de la relación con la pareja. Uno puede sentirse esperanzada/o y optimista mientras su pareja está desesperanzada/o y pesimista.
Cuando una pareja se somete a un tratamiento de fertilidad se enfrenta a situaciones estresantes por la incertidumbre y las expectativas que genera un proceso sobre el cual no tienen ningún control y la espera de los resultados aumentan la ansiedad. Muchas veces se presentan sentimientos de culpa por parte de uno o ambos miembros de la pareja y puede aparecer la depresión si no se logró el objetivo, lo que viene acompañado de la desesperanza y la frustración de no poder desarrollarse en una de las áreas más importantes de la vida a tal punto que la pareja o uno de ellos puede entrar en una etapa de duelo. El problema se agrava por el hecho de enfrentarse a la presión psicosocial que ve la maternidad y la paternidad como parte importante de la realización personal. Más aún si sus familiares y amigos tienen hijos.
Las parejas que se han sometido a tratamientos de fertilidad y no han logrado resultados positivos, cuando inician un nuevo proceso son más pesimistas, están más sensibles a la depresión y muestran mayores niveles de ansiedad y preocupación, estas emociones los condiciona en forma negativa y como el sistema endocrino tiene memoria y tiene conección directa con el sistema nervioso, los estados emocionales pueden ser precursores de buenos o malos resultados y es posible que el organismo se disponga para validar sus creencias y facilitar las profecías autocumplidas. Actualmente es incuestionable la relación mente cuerpo.
Es así, como la fertilidad tiene una gran relación con los estados emocionales en virtud a que pueden actuar sobre la actividad hormonal y modificarla sustancialmente. Altos niveles de estrés y Depresión, elevan los niveles de cortisol que a su vez causa una deficiencia de progesterona y estradiol, hormonas esenciales para la procreación. Por otro lado, una retroalimentación negativa impedida del cortisol puede causar un exceso de testosterona, progesterona y/o estrógenos, con lo cual forma un fundamento para trastornos de la menstruación.
La conducta sexual depende de la interacción funcional entre la estimulación psicológica y las hormonas sexuales como agentes activadores. La influencia psicológica puede suprimir o sobre estimular la función neuroendocrina, o producir efectos contrarios a los propios bioquímicos.
Así como factores psicológicos influyen sobre el sistema neuroendocrino, este efecto, es recíproco en la medida que el funcionamiento hormonal influye sobre aspectos psicológicos. El nivel de estrés está relacionado con el grado de temor o amenaza percibida debido a la interpretación valoración que tiene la pareja o uno de sus miembros con respecto a la infertilidad.
En los procesos de fertilización in vitro por ejemplo es de vital importancia la valoración e intervención psicológica tanto de donantes como de receptores. Factores psicológicos como el estilo de vida, el estrés o la depresión, producen cambios endocrinos diversos y significativos, que a su vez pueden afectar los procesos de fertilidad..
Técnicas psicofisiológicas pueden modificar la actividad endocrina, y hay amplia evidencia de que ellas reducen los niveles de catecolaminas y glucocorticoides sistémicos (cortisol) como ocurre con niveles elevados de estrés continuo.
Por lo anterior, un programa de psicofertilidad sirve como tratamiento complementario a los diferentes tratamientos de fertilización, porque te entena en el manejo de las emociones y facilita prepararte para la concepción consciente y un embarazo saludable lo cual se logra mediante la aplicación de procedimientos y técnicas propias de la psiconeuroendocrinoinmunología, lo que harán más probable una esperanza de vida.
Dr Jaime Acosta – Celular +57 3045660217
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